La ficción se acaba
Soy el párpado de tus hombros,
soy la pupila de tus días,
el jarro de licor entre tus piernas,
la taza de razón entre tu boca y tu desvelo.
Soy todo lo que fui, menos tu pelo,
menos tu liebre, tu balcón, tu hipocresía,
en todo lo que fuiste yo he dormido
y cuando despertaste fui la voz de tu alegría.
Pero todo se acaba, vida mía,
y hay carne en un rincón para el gusano
y hay guantes que dejar sobre tu mano
y libros que no abrir en tu agonía.
Entonces sólo soy quien te quería,
el vástago en la luz de tus racimos,
el pote de rubor en tus espejos,
el ángel que olvidó que alas tenía.
Y muero y me desangra tu ironía,
esa forma de ser sin más secretos,
ese bosque en la red de tus diez dedos
y esta forma de abrir tu mano ya vacía.
Me gustas, me recuerdas lo que había
cuando no pude ser, cuando di todo
lo que era y lo que no era por tu abrazo
y sólo me quedó ser tu fracaso
para que fueras tú mi lejanía.
Entonces yo te amé, te amé y vivía,
cual hoy no sé vivir, pues no hay más paso
que sea junto al tuyo ni hay porfía
que pueda sostener solo y a plazo.
Por eso yo me marcho y te diría
que tanto en ti yo fui, que me presencio
violándote, violándome sin guía
y muerto al traspasar cuanto te diga,
porque algo habré de ser cuando regrese
y algo te habré de dejar ir cuando no siga
aún pensando en ser cuando no soy ni tu silencio.
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20 12 15