Has plenado mis noches de los últimos años. De alguna manera me acompañaste en la oscuridad fría de la soledad, te dibujabas en los pensamientos de una forma tan profunda que jamás pude olvidarte. Desafiaste el paso impenitente de los calendarios, tiempo sin maquillaje que avanza por el destino inderrotable de sus inclementes agujas. Lo que ocurre es qué el amor es un impetuoso guerrero que no claudica aunque sus oportunidades sean ínfimas rémoras del destino. Cada instante se hizo sueño eterno al solo pensarte. Aquellos pensamientos fueron tejiendo la imaginaria red que me dejó prendido de tus encantos. Sentí tus besos en la ausencia de ellos, las huérfanas caricias no terminaron arrastradas a la amarga hiel de perder la fe. Fui reaventándote como si los viejos alquimistas me prestasen sus artilugios del fuego. Un gran laboratorio existencial para traerte hasta mí en cada resoplo de brisa suave; fue así como Llegabas capitaneando cada delicioso viento que atravesaba los ventanales para dormir en mis brazos. Renacías cada noche en los bordes de la luna, el cortejo de estrellas se hizo cómplice lumínico de todo lo que este corazón tuvo que hacer para mantener tu recuerdo bajo resguardo. En las mañanas te divise en todas las flores imaginables. Quise que nuestro amor se tiñera de amarillo, que fuese el pincel irreverente de los araguaneyes; de copos armados de sutiles ramilletes que descansan con la anuencia de unas ramas. Una pasión fuerte que estoicamente resistió los embates de la distancia con mayores cargas de amor. Quizás en la frondosidad de su ternura el nido de nuestro amor instaló su santuario. Los llenó con la magia de tus ojos penetrantes, tiernamente hermosos y soñadores. Tu boca inmortalizada en cada pétalo reluciente, dejando esparcir tu perfume delicioso que siento aún en la distancia. Cada instante me llena de ti. Las palabras son como la mayor declaración de amor que se conozca. He comprendido que mi vida la puedo resumir en una corta y desafiante frase: Tú. Es una pequeña expresión castellana que alimenta la tormenta. Entre miles de vocablos de escudos perpetuos y lanzas al ristre, la realidad de lo que significas para mí tiene la fuerza de miles de ejércitos. De ti se llenaron cada ilusión que prendió mi arco de flechas doradas. Cada océano con sus mundos de pasiones marinas, el inframundo de lo desconocido, significas la pertinencia de este amor.
Soy viajante eterno en la nube de tus ojos. Todo un hechizo que me atará a cada espacio de ti. Estás sembrada en cada resquicio de mi alma. No existe espacio de mis adentro en dónde no estés. Te anidaste en mis brazos para no marcharte nunca. Es por eso, que cada noche, este corazón impregnado de tus aromas te aguarda con desbordante pasión. Es un encuentro plegado de misterios que se van revelando cuando mi pensamiento me conduce a ti. Los sueños te traen tirada de magníficos corceles dorados que conducen una carroza de luz. Es el amor que siento lo que me hace que olvidarte sea una empresa imposible; aún en la lejanía de tu puerto me enloqueces. Te sigo queriendo con la misma intensidad del primer día, Es increíble este amor que se resiste a morir. Cada segundo renaces en este corazón que te anhela…
Alexander Cambero twitter @alecambero