Mareas sin cambio.
I
El siguiente poema nace de extender el espíritu de un apoderado de un partido comunista el día de las elecciones generales donde en la misma ribera pacían todos los bueyes del cambio sin disputarse los belenes en los colegios públicos laicos, con el niño Jesús desnudito observado por viejos pastores envueltos en túnicas, con dos columnas con capiteles con tricornio como guirnalda , sujetando el orden del techo con el hueco de sus cabezas en las esquinas de las escaleras que daban a una calle llena de San Joseses de tapas, y Marías en éxtasis mirando las bragas con el voto en la mano de las tiendas de moda llenas a última hora. Pizzeros cantando, un ejercito de supervivientes tras los contenedores, un chino con sombrero de paja, dos maricas de la mano observados a desgana por un señor con buena pinta, y los miembros del partida comunista, uno de ellos para senador que se había dormido como un lirón dando vueltas para ser vistos por los cantos de las urnas donde habitan los pulpos , indiferentes a que alguien hiciera trampa en las elecciones .
Mareas del cambio.
Mi corazón fluiría en la marea,
sin encontrara su ruido con su ruina,
o la aguja en el zapato,
para quitar su dolor.
A la vuelta de los Aqueos,
por las mesas del cambio,
enfrascados en una botella,
que llega a las orillas de los cristales,
donde amasan los fabulosos rumiantes,
con forma de langosta en una pecera,
para entregar su sudor harinado,
a los vespinos que acuden a la gente,
que bosteza y ríe de eterno insomnio.
Envueltos en aire de fiesta y de cambio sin nombre,
en los pulmones tranquilos.
En un paisaje de sombras desiguales,
resignadas cabezas y lenguas,
repasan los envases de plásticos,
con restos de comida,
entre gritos sordomudos de los gatos.
Y en los cuartelarios balcones,
donde anidan águilas con zapatos,
resopla la gran ballena del cambio,
lanzando un surtidor de promesas,
que pulveriza las calles,
ocupadas por los crustáceos pegados a las cosas.
Azotar a la misma mejilla- ofrece el orden del cambio.
Y su eco le contesta burlón desde la misma esquina,
le daremos yodo y algodón.
Hay una farsa hegemónica,
con un misterioso deseo,
de ser un museo de la ruina,
haciendo que todo se hunda,
de forma tranquila,
con las anclas echadas sobre un pañuelo.
Aqueos.
II.
Apoderado electoral pasea por el Edén.
Empobrecido apoderado,
Pasea por los pasillos del Edén,
Huérfano de árbol,
Abandonado tras los cristales,
A los dibujos de los niños,
En medio del sufragio.
Manos como lunas
Colgadas de un corcho,
Soles como orejas,
Casas como guantes,
Y las urnas tan lejanas como Venus,
de fondo sobre sus mesas,
A los dibujos acuden las serpientes,
A devorar el mundo de las casas, los soles y los árboles.
Eva madre sucia bebiendo de un charco,
Hecho con purpurina,
Después de robar unas manzanas,
Padre Adán en la orilla de la playa,
Luchando con un pulpo en la cara,
Contra un banco.
Caín devorando sus zapatos en la cola del paro,
Abel sacrificado por un chino dentro de una máquina,
De la que solo se ven sus manos.
Dibujos del Edén de un colegio público,
Un museo ignorado de la crisis,
Cuyos salones ocupa la gente
Como si hubiera una segunda vuelta,
Para los ahogados,
Los ahorcados,
Los desahuciados,
Los detenidos,
Con los que hemos tropezado cada día.
Angelillo de Uixó.