Alexander Vortice

Usted no me quiere

Los perdigones no asesinan a la muerte

y tus gestos jamás lograrán

remover lo inerte.

 

Comí del pan de mis imperfecciones

y enseguida tuve ganas de vomitar.

La liturgia sin fe me recuerda

a una mandarina con sabor a pera,

aunque hay días en los que huelo la hiel

y me percato de que tras lo evidente

se esconde algo mucho más apetecible.

 

Yo sé que usted no me quiere,

pero lo que usted no sabe es que yo

no soy de ésos que fuman tras un parto

o después de haber escuchado

un maratón toscas noticias.

 

Yo sé que usted no comulga con fracasados.

Lo que usted no sabe es que tras toda ruina

se esconde un centelleo de mirada tierna

y un soplo de paz duradera…

 

Paz que se apoya en las farolas,

en las botellas de vodka,

en las serpientes fastidiosas

y en los poemas que embaldosan

todo tipo de conciencias.