Las musas solo me visitan cuando
estoy cerca de tu cansado
corazón, mientras miro el fondo
de un café que anoche no te dejo dormir.
Por que junto a ti ya no a guerras,
ni mis manos están tan frías
como el invierno del que salvaste
a mi asfaltada piel.
Y junto a tu alma ladina mis pies
andando este papel de
lija a la que tu boquíta jocosa
llama mi vida.
Y miro aquella fecha que al
verme huye como cual
gato asustado, ese 22 de diciembre
donde tu ser me salvo de
aquel sol frío.