Me quede viendo fijamente
los dos huecos dejados en el vidrio
eran redondos y con ciertas astillas
que romperían al que pasara la mano
eran la prueba más evidentes de un disparo
perpetrado por uno de los atracadores
en aquel intento de robarme lo que tenía
lo que con sudor había ganado.
Recuerdo con claridad
el forcejeo con aquel joven
por cierto bien vestido
no parecía malandro ni necesitado,
el otro viendo atónito
la resistencia mostrada
halo de su arma un tiro
hacia la mano amenazadora mía
que intentaba cuadrar
una escopeta de cañón corto
de un solo cartucho 45
pero que era lo único que tenía para defender.
No podía permitir de nuevo
poner en peligro la familia ni los bienes
que con casi toda seguridad
de salida me iba a disparar.
Era una situación que ameritaba una rápida decisión
que sin haber nada premeditado
pero si preparado,
habían entrado de una manera engañosa
fingiendo ser clientes
pero traían en su pensamiento un solo propósito
que aparte de atracar
si era necesario matar para lograr su propósito.