Y de repente se me fueron las ganas,
detrás de ese cumulo de telarañas de atardeceres grises,
persiguiendo la oscuridad del que todo lo grita con profundas miradas,
nadando mutilado sobre ríos de lágrimas de sueños hipócritas.
Pasando los días inmóvil entre sábanas de tinte color miseria,
agudizando la desnudez de la herida que aun se encuentra abierta,
tragándome desesperadamente las cenizas del amor quemado,
bebiéndome de a poco las infinitas cantidades de nada que residen en mi alma.
Buscando inspiración en el salado sabor de espaldas ajenas,
creando constelaciones en mentes que no conozco, ni pretendo conocer,
mintiendo a la gente con verdades tan tuyas que ni yo mismo concibo como reales,
viviendo de a poco y soñando de a mucho.
Malgastando cientos de lunas amargas y cervezas dulces a cambio de olvidar tu mirada,
dejando morir el recuerdo derramandolo en vientres que no son sinceros,
pensando a diario que para ti fui la totalidad de un esfuerzo que nunca debió de haber sido,
y así, con el tiempo, se me han ido de a poco las ganas;
las ganas de ti, las ganas de mi, las ganas de nosotros...