A Pina.
La divina.
Una mujer de excepción.
Las oportunidades de encuentros
que puede deparar el destino.
Un casual encuentro,
que después,
con el tiempo,
se transforma en una amistad
muy sentida del corazón.
Conociste a mi hermana,
y sin saber nada de ella,
le ofreciste ir a enseñarle,
tus dos departamentos.
Te inspiró confianza,
y no estuviste desacertada.
Después, nos conocimos tú y yo.
Hemos compartido bellos momentos,
Haydee Virgina Dalesson.
Tú en algunas cenas
en nuestro departamento alquilado,
y nosotros habiendo cenado
esa maravillosa tarta que tú nos preparaste
para disfrutar juntos
en tu departamento.
Recordamos, Marta y yo,
esas fotos que nos hemos sacado
con tu presencia tan chispeante y jovial.
Esos brindis de alegría y amistad.
Siempre hemos comentado
tu espíritu tan jovial.
Tienes la energía y vitalidad
de una mujer de cincuenta años.
Tu gran orgullo de la vida:
tus hijos Cristina y Arturo Raúl,
bautizado con el mismo nombre de tu esposo,
Arturo Raúl Zanni.
El amor que sientes por tu nieto,
hijo de Cristina.
¡Tantas anécdotas nos has contado, Pina!
Con esa jovialidad
que siempre te caracteriza.
¿Y la del restaurant cubano
en Miami Beach?
En él, hasta te pusiste a cantar Nostalgias...
con inhibición de Cristina.
Pero seguro estoy de su orgullo
de hija por haber debutado tú
como cantante, aunque
no lo haya demostrado.
Noventa y cinco años de vida, amiga mía.
Los años pasan...
Pero tú conservas la juventud
en tu alma buena de mujer admirable.
Mi hermana y yo,
nunca hemos de agradecerte
por este regalo que nos haces.
Un regalo inesperado, sorpresivo,
no muy común...
Un regalo como turistas
de uno de tus departamentos,
sin cobrarnos un peso de alquiler...
Hemos de estar eternamente agradecidos,
Pina, amiga querida, amiga de siempre...
así te sentimos,
aunque hace unos pocos años que nos conocemos,
como si fuese de toda la vida.
Nos has brindado el lado bueno
y solidario de tu corazón...
Dios te bendiga por siempre,
Haydee Virginia Dalesson de Zanni,
Pina, como todos te llamamos.
Si estas palabras llegan a tus manos,
guárdalas para siempre.
Si sólo las escuchas, has de cuenta
que es como una canción
que canta mi corazón,
amiga y amada del alma,
de éste mi corazón,
unido al de mi hermana,
que el destino ha querido...
para felicidad de los tres.
Un abrazo por siempre,
de estos dos hermanos,
que el destino ha querido
ponerte en nuestro camino.
Marta y Hugo Ocanto
23/12/2015