Por tu santa, plena y añorada mano,
los leguleyos, y gendarmes evocamos,
tu loable misión de honrar la verdad primero,
y en la balanza aliviar la carga del vencido,
¡Si acaso! no fuese sentencia la culpa merecida.
¡Tenéis justicieros el derecho asistido!
¡Demostrad! en hechos fehacientes lo ocurrido,
que nadie quede ileso, ni en el destierro preso,
Porque si culpas habrá de compartir el destino,
bien sea, bajo providencia de tú cálida mano,
quien pueda dictaminar en justicia lo contrario.
¡Ay del hombre que justicia tome de propia mano!
tan solo por venganza, apresura y se abalanza,
ir demostrando algún plebeyo en su arrogancia,
que tal vez sean otros los motivos, las fragancias,
y por eso ¡pedid las pruebas, aguas mansas!
manos inocentes que no corrompan la confianza.
¿Quien como Dios ha de decirles, y alertarlos?
¡lancen sus piedras sin desmedro! ¡Miserables!
¡Porque! ¿Quien de vosotros no ha pecado?
¿0 ha ocultado algo de verdad entre sus predios?
Amada justicia, ¡Ven a por ellos! ¡Los culpables!
La amada justicia, la anhelada justicia, miden conceptos que difieren con cada civilización, según sea lo bueno o lo malo en las conciencias de su tiempo, es la suprema necesidad de la armonía, entre humanos pensantes, de relaciones que prohíben y/o permiten interacciones entre todos los mortales actuantes, virtud de pocos, extravío de muchos. y es la balanza implacable que atesora la ética, la equidad y la honradez, tenaz misión de decidir hacia que lado debe inclinarse.
Raquelinamor
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