Nunca fui lo que creíste ver, para ti
sólo fui un espejismo, una ilusión,
un etéreo ojo de agua en el desierto
un ensueño, un amargo despertar.
Ese arroyo apetecido en la candente arena
del cual no bebiste cuando estuve cerca,
y me quedé prendido en tu imaginación
y en la retina de tus ojos.
Pero soy agua en caudal torrentoso
corriendo debajo de la tierra
saciando la sed de otros campos
convirtiendo páramos en verdes prados.
Avivando mí cause con otros manantiales
me sigo alejando como brazo de río,
brillante bajo el sol ardiente
y perdido a la luz de la luna.
No te confíes en un espejismo, en una quimera,
porque no es que no quiera estar
es que nunca estuve, ni estoy, ni estaré
mis aguas no pasan dos veces por el mismo lugar.
Delalma
Domingo, 21 de marzo de 2010