Tres burritos costinos
desde lo alto del cerro
traían sobre sus lomos
unos raros pasajeros.
En unas árguenas de cuero
con sus regalos venían
solo amor, no severo
al mundo repartirían.
Decían que buscaban
al dueño de una estrella
donde encontrarían paz
en esa noche tan bella.
Un gallo cantando sin sueño
sobre una vieja tranquera
adoraba a un pequeño
dicen que Cristo era.
Así encontraron a Dios
nacido al mundo entero
el amor Jesús nos dio
y al conservarlo, amaremos.