Lo prometido es un río.
Una canoa verde.
Unas alas empujando los sueños
hacia los cuales se navega, siempre.
Lo prometido es un río,
una sonrisa descubierta,
el agua grande de la corriente.
Lo prometido es el mar que surca en nuestros pechos,
y lo otro:
mis brazos, mis brazos en tu arena.
Acaso no escuchaste la brisa cuando envolvió
a la duda?
No sentiste la nieve despedirse pronunciando sus desvelos?
Una rosa de los vientos señalaba el camino:
llegamos hasta las altas nubes.
Hacia espejos que reflejaban el sol.
Entonces
volvimos a mirarnos
para siempre.
G.C.
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