Murialdo Chicaiza

SAUDADES

Hoy quiero cantar al amor que pudo ser

que nunca tuve,  pero pudo ser

un amor tibio de tardes y  de café

tal vez  pudo ser un amor

que me  hubiera  acariciado

la espalda del desamor, la piel del desaliento

un amor para cortar camelias o lirios:

el amor de aquella muchacha de Panamá

blanca y con hermosas pecas

a quien regalé los cien sonetos de amor de Neruda

y charlábamos sobre álgebra y ecuaciones

o la de cabello castaño y hermosos ojos

de piel de frutas y trópico

o la que dijo que me quería

después de haber partido al país del olvido

y yo cantaba “si lo hubieras hecho antes de partir”

O aquella que se parecía a Olivia Newton John

a quien  la pobreza la prostituyó

demasiado tarde me enteré

fue una mañana de aglomeración y tristeza

jamás pude ser el mismo

tal vez la que me enseñó los sonidos del silencio

con sus gigantescos ojos

y a la que tantas veces desilusioné.

 

En estos años grises, cuando empiezo a estar más solo

cada día más estéril y viejo

los recuerdos acuden a sembrar nostalgias

y vuelvo a los lugares  donde jamás regresé

sino por un poema para cada una de ellas

y casi nadie de ellas lo sabe.

Creo que necesito volver al mar

para arrojar tantos recuerdos de sal

cortar, de una buena vez, los hilos que me atan

al amargo tiempo

y a las desoladas islas del recuerdo.