Escrito estaba el encuentro y escrito estaba el final,
una agónica cadencia de pétalos marchitos tocando
el frío piso de madera...
Es que ya no te importó, o sabría que no te importaría,
quise dormir mi sueño, mas allá de horas nocturnas
para soñarme contigo...
No te juzgo por que nunca prometiste nada, pero eras..
eras a la vez mi juramento y mi verdad
conquistando mi mundo, mi imaginario...
Eras mi motivo y mi fuerza, puse en tí mis convicciones
pero te acostumbraste a que te regara a diario
y no viste mis pies enraizados...
Ahora me estoy marchitando, esperando...
que una lagrima tuya me riegue, que una voz tuya me llame
que un pensamiento me libere...
Si llego a morir en esta espera, solo deseo una cosa,
reencontrarme contigo misma en otros cielos...
o en la reencarnación venidera...
Tenerte libre y sentirte sólo mía..
sin ataduras, como hubieras sido diseñada para mi
y yo para tí hasta que culmine nuestra eternidad...