Era 31 de diciembre. No se encontraba bien, ni física ni psíquicamente. Su estado era de agotamiento total. Le costó muchísimo levantarse. No podía con su cuerpo. El pensar en afrontar el día le suponía toda una odisea. Recordó las conversaciones del día anterior en su trabajo. Todo el mundo hacia planes para despedir el año. Hablaban de los preparativos de la cena, de la ropa que habían comprado y que se iban a poner, de cuantos iban a ser, a donde irían después para celebrar el año…Se veía una euforia general típica de este día…La misma que ella había sentido en años anteriores. Este iba a ser muy distinto. El 2015 no había sido lo que ella esperaba, así que solo quería que se acabara y atemorizada esperaba el nuevo año.
Pensaba en lo fingida que iba a ser su sonrisa. Sus padres no tenían porque verse influidos por el vacio que sentía. Porque lo cierto era que se sentía como una verdadera ruina, así que pensar en la noche que se avecinaba se le hacía muy cuesta arriba.
Iría a trabajar esa tarde. Recordaba que en años anteriores había pedido el día para ayudar con los preparativos de la cena y llegar a buena hora a cenar. Este año no. Llegaría tarde a casa de sus padres. Pero sabía que la esperarían. Su madre tendría todo preparado como todos los años y su padre se sentaría tarde a la mesa como siempre…Hay cosas que nunca cambian.
Solo serían tres, sus padres y ella….por circunstancias, el resto de la familia este año no estaría presente. En fin, una despedida de año, rara y anodina.
Las horas en su trabajo, pasaron muy despacio, pero ella lo agradecía pues poco le apetecía acudir a la cena y fingir un estado de ánimo que nada se correspondía a como realmente se sentía. Acostumbrada al ritmo frenético de su trabajo, la tarde fue aburrida pues la gente no acudía porque se quedaba en sus casas para preparar la cena y despedir el año todos juntos.
Cuando salió de trabajar, recorrió los kilómetros que la separaban de la casa de sus padres escuchando la radio. La programación era la típica de todos los años. Mensajes de felicidad y buenos deseos, que le parecieron más insulsos que nunca. Apenas se cruzó con ningún coche, el que más y el que menos ya estaría cenando. Durante el camino vio las casas rurales adornadas con los típicos adornos. Siempre le había gustado mirarlos. Este año los aborrecía. Lo cierto es que ni siquiera había adornado su casa cuando siempre lo hacía. Ni árbol de Navidad, ni belén, nada de nada. Se había limitado a mandar las postales navideñas a sus ahijados y a algún amigo querido para desearles felices fiestas, como era tradición en ella, pero nada más.
A diferencia de lo que ocurría otros años, en la calle donde se había criado, donde vivían sus padres, había sitios de sobra para aparcar. Pensó que los residentes habituales habrían ido a celebrar la noche a casa de sus familiares, como ella misma estaba haciendo, así que sorprendentemente, ese día sobraban aparcamientos.
Y la cena transcurrió con tranquilidad. La angustia la agobiaba y por momentos se le llenaron los ojos de lágrimas que disimulaba mirando para el televisor. Canciones, sonrisas, vestidos coloridos y brillantes que aún la hacían sentir peor. Por momentos su madre la miraba y se solidarizaba con lo que sentía, pero eso no cambiaba las cosas y la hacía sentirse más culpable. Miró para su padre y se le encogió el corazón. Era como un niño, y disfrutaba con el plato de dulces que le había puesto su mujer. Insistía para que su hija los probara, pero a ella que tanto le gustaban ni siquiera le apetecían, pero por no disgustarlo mordisqueó alguno.
Las doce campanadas sonaron y con cada una engullía una uva…las uvas de la buena suerte…ni sabía para que las tomaba….en vista de cómo le había ido el año, ¡para que tomarlas!. Para nada sintió la alegría de otros años, en la que la risa con los atragantamientos eran la tónica.
Siguieron un poco más los tres sentados a la mesa viendo los programas de televisión. Al poco tiempo una llamada telefónica….la de su querido hermano y su familia para desearles un feliz año… ¡Dios como echaba de menos el jaleo y las rabietas de sus sobrinos!...pero ese año no les había sido posible estar presentes en la cena familiar…eran muchas las ausencias…para ella eran muchas…
Empezaron a llegarle numerosos whatssaps, deseándole un venturoso año que se vio forzada a contestar por cortesía….¡como deseaba que la noche terminara pronto!...
Ayudó a su madre a recoger el comedor y a meter la loza en el lavavajillas, a dejar todo lo más ordenado posible para el día siguiente. Con un abrazo se despidió de sus padres. El abrazo de su madre fue especial pues sabía por lo que estaba pasando. A su padre debido a su estado de salud se le escapaban ciertas cosas, cuando en otros tiempos con solo mirarla a los ojos sabía cómo se sentía. Por más que los dos se esforzaron e insistieron en que se quedará a dormir ella prefirió irse para su casa. Necesitaba estar sola, no esforzarse por sentir lo que no podía ser.
En su camino a casa, había algún tráfico mas, la gente se animaba a salir para celebrar la entrada de año. Ya llegando a casa, en la última rotonda, había un control de la guardia civil, con los tan temidos, por algunos, controles de alcoholemia. A ella no la pararon…mejor así…llegaría más pronto a casa…además habría dado negativo.
Ya en casa se desvistió lentamente. A diferencia de otros años no llevaba nada rojo…decían que daba suerte y energía para comenzar el año…Así que se puso su cómodo pijama y tras lavarse los dientes se metió en cama y apagó la luz.
Dio muchas vueltas antes de quedarse dormida. Pues el sueño no llegaba por más que lo intentaba y tumbada de lado sintió la humedad de las lágrimas…esas lágrimas que reconfortan y no se intentan parar.
Por fin el sueño llegó….Miles de imágenes ocuparon su mente, vio a sus padres más jóvenes y a su hermano y a ella misma cuando eran niños, todos reunidos en la habitación de sus padres, en lo que debía ser la mañana del día de Reyes…todos los regalos hermosamente empaquetados mientras su corazón latía rápidamente de emoción al ver todo lo que le habían dejado los Reyes Magos, mientras su hermano y ella se miraban y sonreían llenos de felicidad ante la mirada atenta y cómplice de sus padres deseosos de ver sus reacciones a medida que iban abriendo los regalos.
De repente las imágenes cambiaron, y ya se vio de adulta, rodeada de sus ahijados, su hermano, feliz padre de familia, a los orgullosos abuelos, mientras la mano de su pareja la cogía amorosamente la mano y la besaba tiernamente.
De nuevo la escena cambió, y se volvió a ver la cocina llena de gente….la madre cocinando, y su pareja ayudándola, su cuñada entrando y saliendo de la cocina, pendiente de los niños, mientras su padre y su hermano esperaban en el comedor a que la cena estuviera lista.
Se produjo otro salto y en la imagen siguiente se vio contenta e ilusionada por lo que sentía, jamás se había sentido así…por fin sentía que su vida cobraba sentido y que tenía algo que solo era de ella. Poco duró, pues lo siguiente solo fue tristeza, sensación de pérdida, y la certeza de que su deseo más profundo nunca llegaría a ser….y de repente aparecieron de nuevo las imágenes de sus ahijados metiendo las manos en la pecera e intentando coger los pececillos de color naranja que la abuela les había regalado, que habían quedado en casa y ya habían cumplido un año pasando a ser unos miembros más de la pequeña familia...
Vio de nuevo a toda su familia, sus caras le sonrieron…también lo vio a él…y aunque no la sonrió en sus ojos vio comprensión….ya no vio nada más….
De repente una alarma la despertó…parecía que le taladraba los tímpanos. Era el odioso despertador…rápidamente buscándolo a tientas, en la oscuridad de la habitación, sobre la mesilla de noche, lo encontró y de un manotazo lo apagó.
Estuvo un rato, no supo si largo o corto, tumbada boca arriba en cama. Se sentía en paz y en calma…Despacio se levantó, subió la persiana y abrió la ventana…el aire gélido le golpeo la cara y lo agradeció. Pensó en su familia, en su trabajo, en las muestras de afecto que le había mostrado en estos días la gente a la que intentaba ayudar en su trabajo. En lo afortunada que era por tener un cobijo, por haber conocido al amor de su vida y que el desamor no haría que olvidara jamás…por ver crecer a sus ahijados, que en otro país , crecían sanos en la compañía de sus padres..…
Volvió a sentir el aire fresco de la mañana. Ya era el primer día del año…Hizo una inspiración profunda , suspiró y se prometió que lo intentaría….