Otra vez a mis andadas
Entregué mi corazón,
Sin ninguna condición
Y otra vez con sus jugadas;
Se muestran desamparadas
Sin ninguna protección,
Y después, desilusión,
Sacan agudas espadas;
¿Por qué deber ser así?
Si uno procura ayudar,
Si ya todo se los di,
¿Para qué el absurdo engañar?
Dios, ¡qué loco frenesí!
¡Cuán doloroso es amar!...