Al morir la tarde
tenue es la brisa,
reflejan sus rostros
plácida sonrisa.
Confirman sus pasos
mágica quimera,
van muy abrazados
hacia la rivera.
Gran romanticismo
almas imantadas,
alcance profundo
entre sus miradas.
Siembran con sus prendas
las aguas del río,
allí el entorno
finge ser sombrío.
Emanan calor
caricias y manos,
cubren con almíbar
los juegos arcanos.
Sin ningún derroche
con naturaleza,
recrean encantos
cuerpos en proeza.
Y juntos despegan
vibran sus sentidos,
las palabras tiemblan
por estar unidos.
Burbujas de sueños
la pasión culmina.
Clama el amor. . .
su opera prima.
Autor:Graciela Beatriz Traverso