¿ Qué había en mi boca
amada mía...
que no era tu boca...
y aun así... había
en mi desconsolado labio...
una aguda... e inmisericorde espada,
que laceraba muy despacio
mi empobrecido...
y descuidado sueño ?
en tardes de terciopelo
donde el arroyo
se entrelaza con la aurora...
en enardecida y triste llama,
iluminando el infinito orbe...
del mortecino cristal
que se enamora,
aún te sigo viendo mecida
muy tímidamente apasionada...
en el ósculo dorado que te añora.
AUTOR: JOSÉ A. PANIAGUA MARTÍNEZ.