Yo no podré salvar mi circunstancia,
Siendo dueño de la angustia,
Con sus perros mordiendo mi garganta.
Lanzar una mano contra la boca,
Para abrir una puerta por la que tirar piedras,
A los estómagos. Donde habitan las entrañas del sistema.
Y retirarse con el cuerpo sin acción, paralizado.
Para olvidarlo dentro de un trastero.
Dejar a los pulmones reflexionar,
En el viento de las tapias,
Dando alas a las hormigas y a los ciempiés,
Que alimentan el sistema,
Para que acudan triunfales de las trincheras de los datos,
A contemplar la calavera de marfil que no avanza disuelta en la arena.
Nos condenó el sistema al asco,
Con la vulnerabilidad de los cuerpos,
Cuando quisimos salvar la circunstancia.
Angelillo de Uixó.