Me lo gritó tu piel siendo fuego entre mis besos. Juntos fuimos hasta la última frontera del deseo, caricias que bordearon tus pasadizos de mujer incomparable; un amor cimbrado en tus hechizos, atrapado entre el nido del fulgor de tus ojos y el deseo irrefrenable de llenarme de ti. ¡ Oh, saeta del precipicio llévame contigo, hazme el más feliz de los mortales al consagrarme en tu cielo...¡ Quiero escuchar el susurro de tu brisa, que la pasión no claudique entre los dardos de las ataduras. Que siga hablándome el fuego de tu hoguera, llamaradas de este amor que lo vence todo, hasta el recato de la mujer prohibida. Que vuelva la noche de luna plateada para desnudar las ansias; vestirlas con el anhelo de llenarme de ti, ser el más dichoso cuando mi boca tenga el aliento de tus besos...