Tú no eras varón ni fémina
Sino bestia de piel dentada;
Por compañeros tenías
Al aullido del silencio y el eco mudo
En la oscuridad brumosa del vacío.
Las serpientes emplumadas
Pactaron tu homicidio y arrojaron,
¡Oh! Encarnación del caos,
Tu abominable cuerpo sobre las aguas.
Se extiende el lamento, ser materno,
A través de tus carnes; obligada nodriza
A engendrar vida con tu dolor eterno.
—A su historia refleja luna bronceada,
¡Flama cirial de la memoria pasada!