Escribiría para hablar de tus ojos,
tu sonrisa e ironía
-tan pocas cosas bonitas
que decir estos días-.
Escribiría si tuviera
puentes flotantes en mi nostalgia;
caminando a la esperanza.
Dos colillas de cigarrillo en la vereda-
lo que consumió la silenciosa despedida
-bitácora de esa noche-
duraron más que el abrazo,
que el permanecer entera.
Las colillas.
No las recogí.
Me gustó ese pedacito
de vos en las baldosas.
Ahora que ya no están
las imagino.
Así...
así será hasta que regreses.