Con los dedos de la mano
conté lo poco o mucho
el todo o la nada.
Los gajos amarillos
del fruto fresco y rico
de los cursos estivales
de la vida
Los dedos finos y delineados,
dejaron escapar vestigios
del pasado y luego juntos se
prensaron, como sujetando algo
de aquello, que otrora
escasamente valoraron
Un puño, encerrando un recuerdo
de amor, una tibia caricia
en la pequeña mejilla, una
flor retenida, las yemas de
los dedos , apenas
tocando,
las melódicas notas
del viejo piano
El corazón, del mismo
tamaño que el puño cerrado,
recoge lo dejado,
sigue conservando
lo bueno, lo malo,
lo lindo, lo feo
Un guiño y sus
flujos …
siguen palpitando.