En la noche,
allí en lo alto,
me observa,
es solo un punto blanco,
intrigante,
brillante,
sutil,
hace bello el momento
y puedo simular tomarlo con los dedos,
pero es tan imposible.
¡Es la luna!
Su fuerza me atrapa,
me he convertido en otro ser,
un licántropo;
un ser poseído
por su fuerza incontrolable,
un esclavo de sus salvajes instintos,
un ser indomable
apostando la vida
postrado a voluntad de un astro,
mezcla de razón y salvajismo,
un fugitivo de la cordura
se ha desatado.
Y sigue la luna mirándome fijamente
mientras se deleita con una visión
esquiva de mi rutina.
Siempre incitandome a ser yo;
un ser salvaje,
enternecido por su belleza.
Es maravilloso,
estar a su diestra
aunque haya trasncurrido la noche,
y ya el sol se asome en la ventana.
Al despertar,
junto a mi,
hay un destello,
puedo verlo,
sentirlo,
y entonces me doy cuenta que
no se ha ido aquel trozo de cielo.
La luna se ha mudado al crepúsculo
y lo ha hecho hermoso
ya no hay noche solamente
ahora hay vida...