Luz y agua eterna,
Que no se apaga,
Para hundirse poco a poco,
Con las heridas de los silencios,
En las uñas que muerden el tiempo
Tranquilidad,
Que no se apaga.
Día y noche en un lecho,
Contra viento y marea,
En una celda responsable del prisionero.
Con su luz que no se apaga.
Girando el sol y la luna,
365 días alrededor de un parpado sin horizonte,
Que no se apaga.
Nadie llora al herido de la almohada,
Porque ha llegado solito hasta allí,
Para bajar como un explorador al fondo de las cosas,
Donde las puertas están cerradas,
Y los hombres aprenden a respirar sin aire ni esperanza como los caimanes.
Tranquilidad.
No se puede hacer ya nada.
Un ovillo bajará por la ventana,
Y otro subiera por el zapato a la garganta.
Mohamed de Uixó.