Ivan martinez

Nocturnamente.

 

 

Se va quedando atrás el año más marcado

el árbol tan antiguo de aquel camino muy andado

apretado brazos a pecho, inundado de latidos

el corazón de pensamiento llora versos encarnados.

 

Desde dentro, la ventana no traspasa ansias ni de luz

cielo arriba un telón truena por caer y dar función

a un llanto cristalino, fresco, preciado y divino

que a un bosque con sed, sacia de vida y vigor.

 

¿Porque así, no hacen lo mismo mis lágrimas?

Que de espacio y distancia brota ilusión

sin poder florecer más la esperanza

de otra vez enternecer en arrullo tu amor.

 

Nada se pierde, murmuran vanas palabras

pronunciadas con temblorosos labios resecos

no tanto por el invierno que pronto volvió

sino por el frío de un suspiro interior…

 

No girare ni con sigilo mi atada vista

por un pequeño sorbo de lo que se quedo

hiere el aire que empuja con fuerte brisa

pero que no detiene ese tren que corre a prisa.

 

En las manos sobre la palma danza una tinta

letra extinta de un nombre ya olvidado

e incompleto con cariño escribe dos sílabas

en clave… de un futuro un presente y un pasado.

 

Hoy me encuentro detenido e iluminado

entre vagones tragados por montañas

con líneas duras donde cuerpo y alma

como estas vías atraviesan distanciadas…

 

Tan rápido pienso tanto en nada

en la vida el dolor y este mundo de escarcha

donde el brillo esta repleto de color

y aun así es simple, profundo y sin calma.

 

Nocturnas son las horas de mi mente ya gastada

hojas crujiendo invisibles pasos que te buscan sin razón

pues estoy seguro que ni fuiste, ni serás nada

mas que el verso de este triste poema de amor.