Se va quedando atrás el año más marcado
el árbol tan antiguo de aquel camino muy andado
apretado brazos a pecho, inundado de latidos
el corazón de pensamiento llora versos encarnados.
Desde dentro, la ventana no traspasa ansias ni de luz
cielo arriba un telón truena por caer y dar función
a un llanto cristalino, fresco, preciado y divino
que a un bosque con sed, sacia de vida y vigor.
¿Porque así, no hacen lo mismo mis lágrimas?
Que de espacio y distancia brota ilusión
sin poder florecer más la esperanza
de otra vez enternecer en arrullo tu amor.
Nada se pierde, murmuran vanas palabras
pronunciadas con temblorosos labios resecos
no tanto por el invierno que pronto volvió
sino por el frío de un suspiro interior…
No girare ni con sigilo mi atada vista
por un pequeño sorbo de lo que se quedo
hiere el aire que empuja con fuerte brisa
pero que no detiene ese tren que corre a prisa.
En las manos sobre la palma danza una tinta
letra extinta de un nombre ya olvidado
e incompleto con cariño escribe dos sílabas
en clave… de un futuro un presente y un pasado.
Hoy me encuentro detenido e iluminado
entre vagones tragados por montañas
con líneas duras donde cuerpo y alma
como estas vías atraviesan distanciadas…
Tan rápido pienso tanto en nada
en la vida el dolor y este mundo de escarcha
donde el brillo esta repleto de color
y aun así es simple, profundo y sin calma.
Nocturnas son las horas de mi mente ya gastada
hojas crujiendo invisibles pasos que te buscan sin razón
pues estoy seguro que ni fuiste, ni serás nada
mas que el verso de este triste poema de amor.