¡Cuidado con lo que pretendes,
dejarle alumbrar tu camino!
Que si las farolas no encienden
y el alba se queda dormido,
te acecharán sus gritos,
te asustarán tus silencios;
sufrirás en su desierto
la sequedad infernal.
No cruces con él el umbral
de sus caminos inciertos.
Pero si tú lo dejas,
yo alumbraré tu camino.
Serán mi farolas centellas;
dará igual un alba tardío.
Ahuyentaré sus gritos,
te cantaré en tus silencios;
sentirás el aire fresco
de un vergel de cristal;
y en mi cruzarás el umbral
de caminos platerescos.
Y no digo esto por la envidia,
que mi palpita
tu compañero,
lo digo porque no adivinas,
ni te imaginas,
¡Cuánto te quiero!