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CARTA A QUIEN CARTA MERECE

No habrá nunca un mejor diseño que el de tu hermoso rostro iluminado por la luz de la mañana. No habrá mejor gesto que el de tus labios al sonreír, no existe mejor reflejo que el de tus ojos. No existirá, jamás, alguien con tu esencia ni tu forma de actuar.

Tu silueta se atenúa en mi mirada y tu voz es melodía para mis oídos. Con solo una palabra y un gesto, mi ser tiene suficiente para calmar mis descarriados sentimientos por ti. Tus palabras salidas de tus labios son líricas melodiosas y sensuales que nutre mi mente, pero que enamoran mi corazón.

Abre las persianas de mi vida e ilumina cada rincón oscuro y tétrico que llevo en mí. Deja tu huella en mí y quédate hasta que el cielo nos permita disfrutar de nuestras compañías.

Iluminas mis ojos con tu aura. Tu dulce voz arrulla mis sueños que sumergen a un mundo de fantasías y maravillas, donde estamos nosotros como uno solo.

Me conviertes en un cofre lleno de sueños y anhelos por ser tu compañero, amigo, amante o cualquier definición que represente algo para ti. Déjame vivir cada pequeño instante contigo y no me impidas volverme un desquiciado escritor que desea describirte con sus ideas y palabras.

Eres un ser humano incondicional y valioso, valorado en un infinito de besos, caricias y en miles de “te amo”. Tu belleza hace que me olvide de respirar cuando la admiro; sin embargo, tu belleza interna me convierte en un adicto a tu ser y me conviertes en tu más profundo amante.

Eres un hombre monumental con un relleno dulce, cálido y galante. Eres quien entró en mi vida como una estrella robada del firmamento, como pedazo de la luna brillante y como la hermosa respuesta de Dios.