Eras el sonido del cincel,
La caricia del golpe más fino,
El polvo níveo que escurre con soltura,
El sabor dulce que respiro en el aire blanco.
Eras la piedra fuerte,
Que no se quiebra,
La frágil forma que cede paciente,
La silueta sólida que se descubre.
Eras la aspereza de aquel tronco,
El terciopelo que aparece en la fricción,
La imagen que sucumbe entre los restos,
La firme convicción que me ha traído.
Bárbara Barrientos