Descuelga sus últimos rayos
solares el día, lo sofocante de
su temperatura es ahorita benigna
y se ve en lontananza como el mar
se agiganta, tratando de esconder
ese plato que simula fuego. En la
playa se mezcla el agua del mar y
mis lágrimas -ambas sápidas a sal-
busco en ellas tu recuerdo,
ese recuerdo que me dejo tu
silencio; ese recuerdo que solo
las cosas bellas como tú dejan.
Escribe, escríbeme; me hace
tanta falta leerte que en la
vorágine de mis desvaríos,
al contemplar la caída del sol,
tu figura cubierta de seda y gasa
danza en medio del resplandor
que la muerte del día nos deja
como anticipo a la brisa matinal
conque me despertará mañana.
¡Y ese sol, que al ocultarse, también
me deja solo!
Por: Alejandro O. de León Soto
Tijuana, BCN. MÉXICO, Enero 2/16