Poeta sin alma

¡Dime Señor!

Dame Señor el consuelo 
para tener claro entendimiento
de saber del por qué 
insomne me alimento de su ser, 
de escribir en un verso 
todo el dolor que yo siento,
Dime Señor de dónde 
me nace el sentimiento,
de que en vez de escribir de amor
escribo de un alma desierta,
repito mil veces el desacierto 
de un vago pensamiento 
que estimula de modo impertinente 
el verbo en que te añoro
aun, sin verte. 
Hazme saber Señor la razón
por qué permito que en mis letras
refleje este amor que se ha acabado,
que ya no existe y los sueños persiste,
que me lleva a una vida diferente
de desilusión y muerte. 
Dime Señor, dime la consecuencia 
de querer a destiempo a esa persona,
por qué mi alma queda ignota
ante la realidad que recibe 
de un amor a cuenta gotas,
por qué la ansiedad que tiene el alma
por sentirse triste y desolada, 
dime Señor, pues no capto
la ínfima miseria del desencanto,
del ínfimo pesar de mi conciencia,
de mi existencia misma. 
Dime Señor, qué promueve la gesta 
y el empeño de plasmar tristeza 
en mi poesía, en un mundo de palabras
donde mi pensamiento anda y desanda,
marco en el que a cada sentimiento
le instruyo a llorar su lamento
que nadie capta en los versos. 
Es mío este dolor Señor, es mío, 
y tiene rezagos de un gran amor
que ya no me alcanza y me lleva 
a los avernos de la desesperanza; 
mas, siempre vuelvo a ella
con la templanza de todas mis acciones 
y la pregunta del designio de ser
un amor de contratiempos. 
Tal vez, sólo tal vez, Señor,
en mi palabra he de encontrar consuelo,
la respuesta del maldecido querer
que sin darme cuenta me ahoga, 
sin que consiga con esto ternura, 
o una reflexión serena
o un pensamiento, 
o la eterna paradoja
que en lo que no tengo
me lleva a enjugar una lágrima
para consolar la pena, 
aliviar un poco este pecho
lleno de sufrimiento, 
sin esperanza, sin aliento,
sin despertares con alma y 
sin un bello sentimiento.