Harakiri
Hay la luz que nos encandece
entre sueños de piel de azúcar
mientras tu ahí queriendo no ver,
queriendo no querer, aunque
queriendo tan solo por querer.
Y veo que has dado el salto, que en
mi recuerdo sales
siendo protagonista en la
peor vigilia.
Cuerpo de madera labrada, boca de mil peces, ojos crispados,
se que has estado espiando con la boca amordazada,
y un suspiro que se quiebra.
Cae la hora sagrada y te levantas con recelo, como una hoja
a duras penas con el deber del viento.
Te amo,
si es que así se dice. No lo supe,
no lo se, no espero saberlo.
Somos unos locos mudos, saciados de sed
en la mas mísera enajenación, acoplados uno al otro.
Esa sensación en ti, un músculo que se contrae,
en tu nariz
en una risa esbelta y pura, en un
rebote de un beso contra el oído.
Y la muerte nos espera con un vaso en la mano,
hace brillar la espada, sacude su entorno
Uh, ahí están! ahí están muriendo!
El filo en sangre,
en sangre las ventanas que golpean, y marchitas,
dan anuncio al fuego de la noche.
Riete de esta vida soberana,
que solo así te haces presente.