Mis manos vacías.
Otro año y mi cuerpo,
es un nido de margaritas
una danza de manos apuntando
allá, a lo lejos
donde el corazón es un sobreviviente.
Porque aquí, ahora mismo,
el amor me hace falta.
Y en mis bolsillos
solo cargo
una lontananza de besos
mariposas sobrevivientes
un cerrojo de una casa imaginaria.
Y me formulo la misma pregunta.
Y acaso la misma respuesta
se sostiene en mi lengua
sin miedo de extinguirse.
Y hasta las palabras de amor,
parecen reproches,
hasta el poema de amor
parece un eufemismo de olvido.
Y si yo no avanzo, he dicho
aquí dejo, aquí
en este año, me extingo.
Como si fuera fácil,
anunciar el destino
a fuerza de lo imposible.