Puedo renunciar a todo lo fuerte
que me aprisiona,
a todo lo que la vida sin ser mío
me proporciona.
Debo renunciar a lo impreciso,
a lo mediatizado y sin explicar
aunque mucho me apasiona
en momentos no buscados.
Sé que el corazón caprichoso
no entiende y se vuelve orgulloso
cuando le ofenden.
No se necesita un mimo,
una caricia y miles de cosas,
si cuando miras tu alma
sientes una espina
que muerta aún
porque llegó a ser rosa,
se pudre y se calcina.
No quiero y sé que puedo renunciar
a todo ese sentimiento medio velero
que corre en alas de tus pensamientos.
No quiero y renuncio (no te miento)
a las miles de palabras
que se llevó el viento,
cuando detrás de la puerta sentí
que escondías tus sentimientos
y yo esperando que me los entregaras
en forma pausada y altiva…
donde pudiéramos con orgullo
seguir sintiendo que se nos escapa,
en un suspiro la vida.