Jaghar Hesse

La moneda cae de canto

Pasan los días lentamente, casi sin querer he contado cada día desde aquel día del adiós, se pasean estos días como granos en el reloj de arena que es mi vida, casi sin inmutarse, casi sin querer pasar, cada día que pasa suma a tu cuenta, a la cuenta tenebrosa que sin quererlo ni admitirlo llevo en mi mente y corazón, dolorosa y cruel, cada vez mas fríamente calculada, se puede decir que el apego fue grande, debe de serlo, para saber que he intentado aprender a quererte olvidar casi 400 noches, faltando 100 para las que nombra Sabina, días sin voz ni tacto, días sin sentimiento alguno, días de desidia y perpetua tristeza, días donde la vida cobro un tono oscuro y lúgubre, casi sin querer dieron muerte a el moribundo carácter juvenil que se enamoro de ti en Agosto, dejando un ser cambiado en su apariencia pero inmodificable en su esencia, dejando espacio para nuevas distracciones, diferentes a la compañía de un ser al que se podría llamar pareja, y asociados con hermandad y diversión, te llevaste contigo mis ganas de compartir mis cosas.


Aun sin querer he de admitir que quisiera que tu vieras y vivieras tanto de lo que soy hoy, como si no supiera que la distancia entre tu y yo es aun mayor que los 400km que nos separan físicamente, es una distancia emocional fuerte, un muro que se ha puesto desde ese día, donde la alegría se quedo en La Dorada, y en Bogotá solo quedaron días duros por pasar, donde puedo decir que levantarme y lograr de otros modos esa felicidad, ha sido tan duro como nunca antes, pero así mismo mas satisfactorio. Hoy en día tengo varias cosas claras, metas fijas y gente para proteger, el cambio resulto siendo de un batallón reemplazando a tu amor, en otros modos, en otras condiciones.


Me duele pensar en ti, es inocente el acto de querer en el fondo de mi corazón que no sufras en la vida, es mas idiota y sincero, el sentimiento protector del que sufro cuando veo que en tu tierra la naturaleza o la vida golpea con fuerza, sin evitarlo ruego a Dios que a ti no te afecte, siendo indiferente al sufrimiento del resto de la gente, siendo inútil y egoísta, enfocando mi mente y corazón en ese acto nunca apreciado de rogar por ti, me maldigo y me reprocho cuando caigo en cuenta de mi estúpida devoción, y pienso que no vale la pena preocuparme, al final tu elegiste que yo no debía preocuparme mas por ti, así como también escogiste no preocuparte mas por mi, cosa que has cumplido con méritos.


Pero no te odio, ni te tengo rencor, mas que a ti me odio a mi por idiota, por iluso, saber que mientras troto bajo el manto de una única y singular noche estrellada de esta fría y contaminada ciudad, veo las estrellas, y lo único que se me ocurre pedir es siquiera que un día en la vida, en la calle o algún sitio sin nombre conocido, sin planearlo y sin pensarlo, te encuentre y charlemos una vez mas, aun cuando fuese ahora mismo, o el mismo día de mi muerte, no quisiera irme ni terminar mis cosas, sin verte, es algo estúpido e irracional, a lo mejor signifique que aun te amo, la verdad no se si es ese el sentimiento, es una vana esperanza, un sueño que suena imposible, tanto porque no te voy a buscar, como porque tu mas que nadie odia mi ciudad y mis cosas, y tu menos que nadie te acercarías a mi.


Echémoslo a la suerte, tiremos la moneda, tendría que caer por el lado donde la cara y el sello se separa, lograr que la moneda caiga por el ancho y no por ninguna de las caras, cuando la moneda cae de canto, entonces y solo entonces, mi anhelo idiota será realidad, hasta entonces.