Cuidado, tu niñez,
Descansa en ese perro fiel que te seguirá a todos lados si lo tocas.
Tus ojos de cristal guardan silencio para no romperse de regreso.
Y un hocico profundo asoma guardando tu aroma,
que sale por un pañuelo doblado de un costado arrugado.
Cuidado la mano,
si se posa sobre su cabeza ,
Tocaras con los dedos la madeja de tu niñez,
y brotará la fábula para hundirte en el ayer.
Rompiendo el rostro que llevas de extraviado.
Aquel primer perro encontrado,
duerme aún en la niñez,
Tumbando en las venas ,
muerto ha echado raíces en el hombre.
Aquel Moisés negro, hambriento y peludo,
Sacado de una acequia de Marchalenes,
que entrego su sagrado cuello a una cadena.
Que poco a poco se fue rompiendo,
con la vida prometida del salvado,
que al final volvió a su cauce de libre desgraciado.
Y quedaron en los rincones de la casa,
el rastro de una huella,
y una extraña ausencia,
que pisaron los caballos del por qué,
preparando al niño para enloquecer.
Guardando pañuelos rotos por los ojos,
para que se los llevarán los convoyes de trenes,
que van cargados de perros y hombres perdidos hasta el cielo.
Y mirar por los vidrios de la ventana de los hombres fatigados
Para observar con aquellos ojos hundidos entre las vías amarillas,
al perro que estando quieto con su sombra,
espera entre los raíles verdes,
al niño convertido hombre.
Mohamed de uixó.