Conejo blanco de largas orejas,
de manos cortas y de poca cola,
a mi niña hermosa no dejes sola,
o te desorejo si tú la dejas.
Tienes tantos rizos cual las ovejas
y se siente blanda tu panza en bola,
vas a todas partes cual pirinola,
a pesar de todo tú ni te quejas.
Te ganaste el premio entre las mascotas
y el cariño entero de mi princesa;
tu rival no fue ni el gato con botas.
Has sido almohada para su cabeza,
de cariño llevas por nombre “Motas”,
por perfume tienes olor a fresa.