Donde quedo mi cuerpo
que entregado a tu misterio
se arropo de lujuria y deseo
perdiéndose al encanto de tus pedimentos.
Donde quedo mi inocencia
que entregada a tu esencia
debatió entre pudor y decencia
sobornada por tu divina insistencia.
Donde quedo mi piel de princesa
cuando violando el tratado de gentileza
recorriste levemente y con sutileza
ese monte resguardado por mi pureza.
Donde quedaría mi voluntad y fiereza
al sentirme sometida por esa fuerza
que imantaba mi cuerpo cobarde
al amenazarme con tu divina naturaleza.
Autora: Tisbet Gonzales
derechos de autor reservados
México.