No estés triste por soledad, mujer,
que en cada silbido del viento..
a cada grito de tu lamento..
con todos mis sentidos, yo estaré.
No llores al ocaso, mujer,
porque en cada rayo de sol..
en cada llamada de amor..
al silencio de la noche, yo acudiré.
No murmures a la nostalgia, mujer,
porque mis anhelos serán misioneros..
a mis oídos haré prisioneros..
y con el primer rayo, yo apareceré.