En el esplendor del misterio hay una exótica belleza para quienes saben aceptar su condición de humildad y limitación. Sólo la soberbia impide que nos acerquemos al precipicio donde mora la incógnita que sirve de aureola al misterio y que lo distingue de la ilusión transitoria. Quienes no logran distinguir los mojones que separan estas dos estancias caen en la mofa que la vida misma prepara para los ignorantes que llenan de petulancia su corazón y expresan con sus actos las sandeces propias de la estulticia. El tiempo se asombrará de tanta soberbia en las venas de quienes pretenden ignorar que la muerte navega en ellas.
Efraín Gutiérrez Zambrano