Largo como escolopendra
Lágrimas que caen
como la lluvia
solo distraen
alguien al pasar
en el instante que vuelco
mi rostro
sobre la calle, y
alguien me mira para
mirar a la nada.
Solo es la niebla, el
perfecto escenario en
ninguna memoria.
Y así cada baldosa
recúbre un llanto o
besos en una esquina
desierta,
imágenes del alma muerta
con el pico desgarrado.
Rompen en llamas los
agrados de tu voz.
Deja que el alma
escuche, déjale poder saber.
El silencio solo ata, palabras
que solo sufren cuando de
pie nos miramos uno
al otro
difuminados.
Un cigarrillo que en pura noche
no te envuelve, no reconoce.
Escucha,
solo me pareciste
un buen menú,
una hoja del libro en
mi mesa escrita, y hasta el fondo
más dulce de un vaso roto
bien lleno.
Hay el perfume
(claro que lo hubo)
que asfixia cuando el
aire,
es solo uno, y solo uno
el desamparo
de volcar mi rostro
para mirar a la nada.
Ahora que lo pienso
solo somos lo que vemos
por ojos ciegos que
miran en lo negro
recuerdos de azúcar y,
amores de escolopendra.
El desvelo se hace eterno,
lo mismo me voy pudriendo.