Franz Talithier

Largo como escolopendra

Largo como escolopendra

 

 

Lágrimas que caen

como la lluvia 

solo distraen

alguien al pasar

en el instante que vuelco

mi rostro

sobre la calle, y 

alguien me mira para

mirar a la nada.

 

Solo es la niebla, el

perfecto escenario en

ninguna memoria.

 

Y así cada baldosa

recúbre un llanto o

besos en una esquina

desierta,

imágenes del alma muerta

con el pico desgarrado.

 

Rompen en llamas los

agrados de tu voz.

 

Deja que el alma

escuche, déjale poder saber.

El silencio solo ata, palabras

que solo sufren cuando de

pie nos miramos uno 

al otro

difuminados.

 

Un cigarrillo que en pura noche

no te envuelve, no reconoce.

 

Escucha,

 solo me pareciste

un buen menú,

una hoja del libro en

mi mesa escrita, y hasta el fondo

más dulce de un vaso roto

bien lleno.

 

Hay el perfume

(claro que lo hubo)

que asfixia cuando el

aire,

es solo uno, y solo uno

el desamparo

de volcar mi rostro

para mirar a la nada. 

 

Ahora que lo pienso

solo somos lo que vemos 

por ojos ciegos que

miran en lo negro

recuerdos de azúcar y, 

amores de escolopendra.

 

El desvelo se hace eterno,

lo mismo me voy pudriendo.