A la locura de quién no ama
yo le canto.
Al trémulo invidente que vaga
prisionero de su llanto.
A la horquilla que despeina tu razón
!la ilusión dormida!
A quien ondea mustio a media asta
con el alma perdida.
Al corazón inmolado por desespero
que llora a la madrugada.
Al cristiano sediento que reza inmóvil
por la pasión fugada.
Yo, grito al Dios de la cordura
!sea mi amor indultado!
Cantinela, el polvo de mi amargura
que lo barra hacia la nada.
Y tiemblo ante este tenebroso vacío
en mi rincón callado.
Enmudezco en este maldito hastío
por cansancio abatido.
Lágrimas de hierro a la alborada,
suplicantes ojos al cielo.
!Yo te desafío, mujer invisible y olvidada!