Llegará esa edad, donde los vientos ya no quemen, ni enfríen la luz del dolor.
Dolerá todo, hasta el nombre, o no dolerá nada de lo que ayer dolió.
A esa edad se inventaran recuerdos que mañana olvidaremos en la distancia que se acorta.
Las penas serán menos pesadas….
pequeña aparecerá la luna en los agostos de alguna feria, a la que iremos con los de nuestros equipos.
-¡esto es para la juventud!-diremos
A base de caer, los sueños se irán a otros horizontes a soñar sin ningún destino.
Sabremos lo que afrontar, lo que enfrentar frente al espejo, y otra vez volverán los recuerdos traviesos y sin rostros…
lo vivimos, sólo, es eso…
Y nos vamos alejando definitivamente, a sabiendas que todo es perdido, a esa cripta donde llamaremos soledad.
Soledad que regresa a casa, que se acomoda en tu sillón, se lleva los libros allá, donde quedaron los latidos y te abraza por la espalda quitándote los miedos a base de no tener más remedios…
Hablaremos a solas con las sopas, mientras nos beberemos alguna lágrima pensando en los hijos que no están alrededor de la mesa.
-¿por dónde volaran las sonrisas de los que se fueron “al fin”?
Que corta se verá la vida más adelante y cuantas cosas atrás dejamos de hacer por no permitirnos servir al arte de la libertad.
Un día intentaremos crear un chiste para hacer reír a aquellos que nos cuidaran que serán los mismos a los que pediremos perdón por nuestras impertinencias. Y al mirar a los ojos de quienes nos asearán no sabremos a que color llamar…
Antes o después se irá uno de los dos porque la muerte no acepta compañía; al que se vaya antes, sólo, podremos decirle hasta luego.
Las respuestas a tantas preguntas del pasado, el y sólo el nos las ira diciendo en el momento adecuado, en el lugar oportuno…el tiempo, si, sabe.
Y un día sin saber por qué empiezas a adelantarte al penúltimo ciclo, a la meta y ya ves los campos de flores que se nutren de palabras y el sol que los alumbra se llama mí…a entristecerte, sólo, por tus seres queridos que están tristes.
Y te quieres bajar de la cama haciendo nudos con las sabanas mientras conversas con “el rictus mortis “y una mosca sobrevuela otra interrogante.
Si alguna vez pudiéramos medir esta puta vida…medir este Ahora…
Antonia Ceada Acevedo