En las entrañas de la noche olí tus ojos
Los busque, atesore su luz en los míos en el transitado aire que respirábamos
Bajo mis pies reposaban los odios
El alma se me escurrió por los poros y entretejió el sendero que me llevó hasta ti
Allí estabas con tu pelo de miel y tu rostro de fresa
Escupieron tus labios el más exquisito zumo que la naturaleza podría concebir, y sorbí cada gota hasta extasiarme, librando el candor más puro al denso ambiente que resbalaba a nuestro alrededor
Y le permití a mis pómulos llorar mil sonrisas.
Tengo la mística certeza de que no serás olvido, de que no serás recuerdo, en el plástico mundo al que abandono mis desatinos.