Frecuentemente
Observo en mi alma,
La tranquilidad y el calor
Que me da tu abrazo.
En tu mirada contemplo,
La serenidad de los días y
La mansedad de las noches,
Destruyendo el miedo de no tenerte.
Si algún día, tú ves en mí
Desesperación,
¡Mírame!
¡Mírame!
Y todos los terrores, que acechan
Mi corazón se esfumaran y
Regresara a mi
La suavidad que me da tú
Paz.