Lalonganiza

Una noche al corazón

Esperando, corazón, bajo el alero,

duerme, invita a la endeblez de la locura,

duerme, anhela, pregonando tu recuerdo,

duerme en vela, invocando tu figura,

 

tiembla así bajo la prímula del frío,

sufre aquel, preso y galante desdichado,

tiembla así mi faz, mi prístino candado,

sufre así, pues, la llamada del vacío,

 

es verdad: aquel no quiere buen cuidado,

ni cándidos afectos que le curen demasiado;

es falaz que cuando muera bien cansado

morirá con la virtud de haber amado,

 

y aún espera, flagelado por tormentos

que al olvido se condenan por momentos,

mas entonces mil placeres, mil dolores

de su gélido clamor harán fulgores,

 

y apagados, arderán cual hielo hirviente,

y encendidos, enfriarán como glaciales,

y aún bien turbios, brillarán como metales,

y aunque claros, nublarán cual velo en frente,

 

y aún tu nombre provenzal anda buscando,

y tus labios de carmín va delineando,

y esa aurora capilar que ya acaricia

es su tierra prometida, es su delicia,

 

y al fin terco, sus carámbanos inundan

con la frígida cascada del deshielo

estos versos, estas letras de desvelo

que otra vez cantan y abundan,

 

y al fin solo, las cavernas de su pecho

se dibujan como bestias en su abismo,

lo devoran hasta el hondo cataclismo,

y engullido, al final muere deshecho.