No quiero creer -ni creo-
en la palabra del púlpito
-lavadora de cerebros-.
No quiero creer -ni creo-
en confesionarios de iglesia
-falso arrepentiminto-.
No quiero creer -ni creo-
en el perorar de los políticos
-palabras fofas al viento-:
enjuagues, enchufes y trapicheos-.
No quiero creer -ni creo-
en los predicadores de Dios
-no van por los caminos
sin alforjas ni pan ni dineros-.
(Y el Vaticano tiene oro,
tiene euros ,"estiércol del diablo",
y tiene activos financieros
Ergo..."esclavo del vil metal":
sirven a Dios y al dinero)-.
No quiero creer -ni creo--
en los santos del Cielo
-Dios no tiene, ni quiere, santos
(hechos son por el Vaticano)-.
No quiero creer -ni creo-
en los rezadores de iglesias
-beatería de fariseos-.
No quiero cree -ni creo-
en la sociedad en que vivo
-egoísta y corrupta sociedad de "vivales",
que maltrata,que hiere y asesina,
que divide y hace la guerra-.
No quiero creer -ni creo-
en los embaucadores del momento
-se valen de sus puestos
para su enriquecimiento-.
Quiero creer -y creo-
en los que redimen al pobre
-redención socioeconómicocultural-,
en los que hacen feliz al prójimo,
en los que reparten riquezas y dineros
-más comprensión humana
en la tierra quiero-,
en los que practican el evangelio primitivo
-palabra no escrita por el Profeta Jesús
en el Tiempo-.
Quiero creer -y creo-
en el Dios de mis adentros
-el eclesial no me va:
creado ha sido por ellos-
Quiero creer -y no creo-
en la Justicia Divina:
¿cuántos ,al Infierno?
(No existe tal enjuiciamiento.)
-Salvador-