El tiempo ha sido desafiado. Este amor emergió desde el silencio para manifestarse como la eterna llama de dos almas que se adoran desde siempre. Las distancias se acercaron porque su amor era más grande que los calendarios. Hace algún tiempo un tren los condujo por el universo de sus destinos. Ella fue la flor que jamás se marchitó, ya que él se encargó de llenarla de besos cada mañana cuando la visitaba dentro de su corazón. Todos los días recorría sus profundidades para mirarla en el tierno capullo del paraíso; su inmenso amor se bifurcó en vertientes que lo inundaron con el mensaje de la única mujer que cautivó su alma. Siempre recordaba aquellos incomparables ojos sembrados en un rostro precioso de delicada exquisitez de reina del cielo. La mujer que soñó a su lado en el viaje más trepidante de su existencia, jamás conoció belleza igual; ella logró hechizarlo en apenas unos minutos que se convirtieron en ráfagas de felicidad. La amó desde el primer momento, cuando mis ojos se dibujarnos en los tuyos. Fue el mágico encuentro de las enredaderas; llenaste a mi corazón de ti. Me elevaste hasta tu templo majestuoso, cuando descubrí la belleza te dibujaste en mi horizonte. Desde eso momento me declaré tuyo, atrapado en los misterios de tus ojos como ninguno. El tiempo volvió a llevarlos en sus alas. Más allá del destino el amor desafió al olvido, floreció el querer cuando desde el corazón los besos produjeron unas ansias de quererse bajo el ardiente portal de una pasión…