Acepte que las estrellas no se apagan ni se quitan,
Que apartar la vista de golpe de ellas
Trae consigo el martirio del recuerdo
Y el abismo truena en mil relámpagos
Que no se detienen nunca de arrojar al aire el grito,
Algo parecido pasa contigo, obligarme a retirarme
Abruptamente y quitar la vista y la mente
de esos tus ojos que son mi alma en cuarzo,
partir de los vientos fríos de la tundra de tu pelo y tus pestañas
que son otoño y mi única prueba de dios en este camino
no tendría nunca el mejor ni el más ameno destino.
No te arrancare de mi sien, ni de la diástole asesina
Ni tampoco de mi suspiro, aunque no me quieras como yo
Te quiero no puedo hacer eso contigo,
tu que eres el arrebol en el horizonte del desierto
el siervo de astas de resplandor fino, amigo y peregrino.
Sonriendo digo; márchate por tu propio casco de mis dunas ventosas
a sido un placer haber tocado el aire de la flauta contigo
Apartar de mi frente a las cazadoras mariposas,
Hacer del fuego la silueta de tu cuerpo
Y mecerme a galope en las gacelas de tu alma
e imaginarte amándome como yo lo hice contigo.