Quiero un beso que seas tú. Besos de fuego que se conviertan en la aventura de quererte. Quiero quemarme en tu fuego, esa furia que nace de nuestros volcanes eternos. Desde mis adentro disfruto del espectáculo de adorarte. La proximidad de la caricia ceñida en el hermoso encuentro del azul del cielo. Arenas blancas que se hacen infinitas como este amor incomparable que se refleja en el fulgor de las estrellas. Ensueño de palmeras que reposas mientras el océano hace flanco en tus ojos maravillosos; luceros que son lámparas para este corazón que te imagina tripulando sus barcos atiborrados de profundas pasiones. Mientras te anhelo abro los brazos para recibirte en la plenitud de mi ser. Sobre el amplio pizarrón que atizó la blanca arena, escribí el mayor: Te Amo que pronunciaron mis labios; lo hice con la complicidad de la brisa que trajo consigo tu aroma de mujer preciosa. Son tus efluvio encantadores lo que me enloquecen, tu simpar belleza seduce mis ansias, derriba fortalezas de caracoles morados. Las aguas acarician las orillas con la sutileza de tu ser, te hiciste mía en aquella mirada que cautivó mis ojos. En un solo instante mis venas se llenaron con tus atributos inolvidables. Fue un chispazo hondo que desbordó mis vertientes, hizo trizas las empalizadas que cayeron aplastadas cuando observé el mayor espectáculo de la tierra: Tú. Desde ese momento me he dedicado a quererte con la furia del mar cadencioso que llega hasta tu bahía. Como no quererte si cada día que pasa tu vida y la mía son la profundidad de un amor como el nuestro. Mujer preciosa que habitas mi alma. Camina descalza por la blanca arena que te ofrezco de manera incondicional, recorre mis pensamientos, asómate a mi corazón para que te encuentres en cada espacio de mis entrañas. Un amor profundo que viaja a través de un sendero que construirte con tu donaire. ¡Oh, trémulos besos inolvidables, viajad por los confines de la tierra para que todos vean que cada instante es inolvidable si esta vida sabe al beso que eres tú…¡